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¡Elevar el espíritu cara a cara con el cielo! Tanto en sentido real como figurado, este es el impulso que evoca el perfume para hombre L’ENVOL DE CARTIER.

La sed es real, estimulada por este néctar etéreo amaderado, inspirado en el hidromiel de los inmortales dioses del Olimpo… sustancia vibrante y formidable incubadora de libertad, así la ha imaginado Mathilde Laurent, perfumista de la Maison.

Una estela masculina de alto vuelo que permite elevarse hasta lo más alto, acercándose al ideal, en torno a la cual planea la huella victoriosa de uno de los más grandes mitos de la Maison, el aviador Santos-Dumont.

Al igual que él, el perfume L’ENVOL DE CARTIER despierta al pionero que duerme en cada uno de nosotros. La pasión es el corazón del proceso, el secreto de este elixir que exalta el espíritu, incita a la fuga, ilumina lo desconocido. Allí donde se inicia el viaje, donde comienzan todos los proyectos, hasta los más insensatos, en el camino de la vida.

“Inspirado en el hidromiel que otorga el poder de la inmortalidad”

“Más allá del confín de estrelladas esferas,

Te desplazas, mi espíritu, con toda agilidad Y como un nadador que se extasía en las olas, Alegremente surcas la inmensidad profunda Con voluptuosidad indecible y viril. […]

Sube a purificarte al aire superior
Y apura, como un noble y divino licor,
La luz clara que inunda los límpidos espacios.”

Charles Baudelaire

Sin concesión, L’ENVOL DE CARTIER inventa un eau de parfum de contrastes, un singular oriental transparente. Viril y delicado, palpita con un suave frescor para luego tornarse redondo y arrastrar con entusiasmo a quien percibe su fragancia.

Liberarse de las sensaciones conocidas, en esto consiste el poder del perfume L’ENVOL DE CARTIER, estela poseída por las notas de miel y madera de guayacán, cuyas virtudes divinas y resinosas emiten su vitalidad fundamental como una ambrosía.

Una sustancia activa, un néctar con sabor a madera, ligado a la vida con serenidad, del cual Mathilde Laurent extrae un almizcle vaporoso y profundo.

La corriente pasa, depurada, irisada y etérea. Súbitamente, el vuelo parece posible, límite vertical con un trazo de pachulí que despierta el espíritu y estimula el paso al acto.

Esto no es un frasco, es un vial encapsulado en una cúpula de vidrio amovible. Objeto precioso y moderno, a la vez nómada y sedentario, esta dosis de vida es inseparable del ser, cómplice del alma cuya energía estimula. Independiente, el vial de L’ENVOL DE CARTIER puede viajar solo, recipiente moderno de un precioso néctar color miel, cuyo amarillo dorado brilla con intensidad. Un objeto eterno, moderno y tecnológico, cuyo doble uso inaugura un gesto masculino y mecánico que consiste en poner en marcha este vial de vitalidad y despegar.

Con un diseño muy cuidado, este frasco se inscribe en la gran tradición estilística y creativa de Cartier: la del guilloché, cuyo célebre motivo se dibuja en el tapón, y la del perfume recargable, tradición en la que Cartier sigue siendo el precursor con los perfumes Must y Santos.

Inventivo, tanto del punto de vista de su uso como de la tecnología a la que ha debido recurrir Cartier, el frasco del perfume L’ENVOL DE CARTIER exige diversos oficios, desde la fabricación tradicional de frascos hasta las artes de la mesa en el savoir-faire vidriero de la cúpula. Esto no es un frasco, es L’ENVOL DE CARTIER, el más reciente perfume para hombres de la Maison.

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